"Bueno, esto es lo que es: New York, New York", me dije y fue inevitable la memoria de Frank Sinatra.
Eduardo Lantigua, poeta dominicano |
A medio día, dispuesto a desangrarme, entré al Punto del Sabor en la Avenida Saint Nicholas y pedí una cerveza. La morena (que tanto prometen para mí mucho antes del polvo), inclinando hacia atrás ese trasero de carne viva y redondo como garantía, dirigió la botella hacia el vaso, pronunciando abiertamente la "a" de cervezaaaaa con sus labios rojos y carnosos, y me dejó ver sus dientes blancos e impecablemente alineados; y revoloteó su lengua ágil de culebra como si fuera una serpiente, y sus pechos duros ocuparon todo lo imaginable en mi cerebro ahora inútil. "Para que sepas, puro training", me dijo, con un movimiento de alarde en sus caderas sustanciosas y se alejó, con una sonrisa echada a quemarropa y soplando un beso desde la palma de la mano, haciendo con los dedos como una mariposa. "Ay coño, se ve que esta morena no sabe lo que es un burro cibaeño", pensé. Pero bueno, esto es lo que es: New York, New York, el tiempo es dinero y un buen culo no necesita mercadeo.
Empezaba a llegar el frío y recordé un cadáver flotando sereno en el mar azul, entre Puerto Rico y República Dominicana, y sentí lástima, no por el cadáver, sino por mí y esta hermosa morena de voluptuoso culo y lengua de culebra.
Autor: Eduardo Lantigua
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