Puntos de vista 13 Junio 2013
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FUERA DE CÁMARA
Parecido al ‘saltacocote
Nadie es capaz de hacer la ilustración literaria del “saltacocote” como Federico Henríquez Gratereaux, a decir de otro sabio de las letras, el Roedor Aristófanes Urbáez.
Siempre he creído que ellos dos, Aristófanes y Federico, se lavan en el difícil arte del “bufeo intelectual”. En ese intercambio de figuras no les gana nadie cuando se proponen ser crueles y sarcásticos con abundancia de talento.
Para ellos, el “saltacocote” es un espécimen muy singular de nuestra fauna política: inteligente, sabio, malicioso, descreído, hábil, audaz, escamoso, camaleónico...
En realidad, es el nombre que le han dado los campesinos dominicanos a un lagarto inofensivo que mide entre 14 y 18 centímetros y que suele caer de los árboles sorpresivamente huyéndole a los depredadores o derribado por el viento.
Su aspecto de dinosaurio en miniatura, el color verde intenso, la lengüeta larga y roja y su constante jadeo, hacen tejer cuentos tan tenebrosos como falsos sobre saltos espectaculares al cuello de los humanos que no pasan de ser historias de camino.
Lo que no tiene explicación es el vínculo rural del “saltacocote” con la sabichosería de la gente, una asociación graciosa e inteligente de Federico cuando quiere lanzar sus dardos al político resbaloso a punto de caer sobre la mesa de dominó para desbaratar la partida.
Un excelente cautivadorFederico hace casi un retrato de Hipólito Mejía ñllevado a la acepción más respetuosa y cariñosa del término “saltacocote”ñ, en el manejo sinuoso de un liderazgo que cautiva a los segmentos más carenciados de la sociedad, entendiendo que la carencia no es sólo material.
Porque el ejercicio político dominicano ha sido históricamente así: en la medida en que el liderazgo se identifica con la parte más voluminosa de la sociedad, en esa misma medida crece la aceptación de la gente común con sus dirigentes y así mismo se masifican los partidos.
Esa identificación de Hipólito “con el pueblo”, su cercanía, su desenfado, la confianza que irradia, ha sido la clave de su éxito profesional, familiar y social y, sobre todo, de su liderazgo político y la razón de haber llegado al poder.
Hasta convertirse en la figura que es hoy, imprescindible para que el PRD pueda eventualmente ganar las elecciones. No necesariamente por la fuerza interna que le apoya, pero sí por la percepción de triunfo que dejaría en la opinión pública un pacto unitario en ese partido.
Su agudo instinto político le hace interpretar esa necesidad, y de ahí proyecta el interés de negociar con Miguel Vargas posiciones que no está dispuesto a ceder, como la candidatura presidencial, por ejemplo.
Hipólito sigue dando vueltas para no sentarse a discutir sobre esa base y de paso va dejando en los demás la idea de que Vargas está cerrado “a cal y canto” para evitar una fórmula unitaria que viabilice la vuelta del PRD al poder.
El “cocote” de Miguel
La revelación a principios de semana de las opciones o alternativa planteadas por Miguel a Hipólito en procura de un acuerdo unitario, aceleró los planes del grupo de Mejía que entre lunes y martes ha redactado una “contrapropuesta” que se adelanta será rechazada por la institucionalidad perredeísta.
Lo que se anticipa es que Hipólito implícitamente rechaza la propuesta de Vargas y vuelve al punto de partida: que cese en la presidencia del partido el 21 de julio y que se convoque a la convención en el mes de agosto, a la vuelta de dos meses.
En semejante escenario quedan definitivamente rotas las negociaciones entre los dos grupos que se disputan el control del PRD.
Vargas y su gente continúan en sus planes de estructurar un nuevo padrón de militantes para celebrar la convención en el próximo febrero... Mientras, Hipólito, Andrés Bautista, Orlando Jorge y Geanilda Vásquez siguen fuera de la organización.
Por lo menos para todos los fines legales.
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