Si alguien quiere saber quién es Danilo Medina solo tiene que escuchar con cuidado sus palabras. Nomás lo que dijo el miércoles acerca de los “fuertes intereses” que se oponen a subir la producción eléctrica menos cara para el país.
Si usted quiere saber, repito, por qué Danilo tiene un impresionante respaldo de la opinión pública (se dice 79%), analice sus palabras del miércoles pasado: “Estoy chocando con intereses muy fuertes” que no quieren que el Estado intervenga en la producción de energía a precios asequibles para la sociedad y agregó, que se echan al zafacón 1,500 millones de dólares cada año para financiar las pérdidas de los generadores de la electricidad que, en general, consume la sociedad dominicana.
El país se siente “bien servido” por el Estado cuando escucha palabras de esa índole en la boca del Primer Magistrado de la nación.
Sin ánimo de inculpar a nadie surge inmediatamente la pregunta: ¿por qué no se hizo antesÖmucho antes”? Algunos creerán que es una manera de culpar al gobierno de ocho años de su propio partido, pero la verdad es que aquellas eran otras circunstancias que no permitían lo que hace ahora el jefe del Estado tanto en lo relativo a los recursos naturales, ya sea Barrick Gold o Falconbridge, aunque se debe reconocer que el régimen anterior echó atrás su intención de construir una fábrica de cemento en Los Haitises.
Los productores no han podido ni siquiera convertir a gas la planta contratada en el ímpetu de los peores apagones y que gana mucho si produce y gana tanto más si no produce un kilo. Nos referimos a la Cogentrix.
Con mucha razón el presidente de la República exclamara que no se pueden seguir echando 1,200 millones de dólares a la basura. “¡No hay quien aguante ese fuete!”, dijo hace tiempo en Neiba Armando Duval para quejarse de los enormes gastos de sus mantenidos.
Para cualquier dominicano sensato, y chusco a la vez, diría que ese es el “negocio de capar perros”. Cobraba cuatro pesos por hacer el trabajo y pagaba cinco para que le agarraran el animal, es una manera gráfica del pueblo para referirse a lo que es un negocio infructuoso para el que lo realiza sin ninguna posibilidad económica.
Entonces, tiene sentido la declaración del Presidente Medina cuando rescata el derecho del país a recuperar su obligación de suministrar electricidad adecuada a las necesidades de la sociedad dominicana.
Los intereses que ahora lucran con el sistema actual no quieren que el Estado intervenga en la construcción de nuevas plantas como esas dos que cotiza ahora la Corporación Dominicana de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE).
Habría que ser un “Cara Dura” aquel que se oponga a que el país cambie la costosa matriz de fuel oil que consume ahora, a una de gas, hidráulica y eólica como lo proclaman todos los organismos internacionales y todo aquel que no responda a los intereses de una lógica inclemente e insensible a las dificultades de nuestra sociedad.
El presidente del Banco Interamericano advirtió el viernes pasado que los tiempos de “vacas gordas” de las exportaciones latinoamericanas de material prima ha llegado a su fin y que el subcontinente necesita un crecimiento económico por encima del 4% cuando los estudios aseguran que nuestro crecimiento apenas rondará el 3%.
El plan Danilo es el propio dentro de nuestras actuales circunstancias. Y debe gozar del apoyo, el respeto y la solidaridad de toda la sociedad dominicana. Pensar en prolongar el absurdo actual de 34 plantas ineficientes que funcionan básicamente con petróleo caro, es demostrar no solo insensibilidad hacia las necesidades legítimas nacionales, sino una tosudez absurda que reciente los más legítimos sentimientos e intereses de nuestra sociedad.
Lo que ha propuesto el gobierno tiene sentido y parece ser lo lógico, pero nadie puede equivocarse y hacer causa común con los depredadores que le hacen oposición a los esfuerzos del Estado por producir más energía y más barata.
Sencillamente, de eso se trata. ¡Albricias! por el plan DaniloÖ y punto.
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sábado, 1 de junio de 2013
El choque eléctrico de Danilo
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