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Pasadas las elecciones, con 31 senadores a su favor y el control absoluto del Congreso y la mayoría de los ayuntamientos, el PLD está ahora ante la disyuntiva de medir cómo administrar tanto poder, a sabiendas de que la oposición aprovechará los próximos 25 meses para la confrontación abierta, usando la protesta y la comunicación como su principal arma, porque la lucha fundamental será la Presidencia del 2012.
Saber administrar la victoria será la clave del éxito. Los pueblos cambian si desde el poder y con todo el poder, no se cumplen las expectativas más sentidas. El Gobierno y el PLD tendrán que lidiar bien con tres temas que parecen urticantes en el porvenir inmediato, porque serán usados por la oposición con gran apoyo de la sociedad civil y de sectores y promotores liberales.
El tema de la seguridad pública sigue siendo una carga preocupante, y lo es fundamentalmente en las comunidades, donde la delincuencia menor, la violencia, el raterismo y los robos a plena luz del día, crean asombro en la población. Las drogas siguen penetrando en los barrios y eso obligará a duplicar los controles para frenar el microtráfico, que ya se sabe es alentado por figuras encumbradas de la política y de la sociedad.
El problema de la corrupción seguirá ocupando las primeras páginas de los periódicos y de los medios electrónicos. Los esfuerzos puestos en marcha por el Presidente de la República para crear el marco legal e institucional que reduzca este mal, no parecen convencer a los hacedores de opinión pública, quienes entienden que hay mucha permisibilidad, pese a que el gobierno ha sometido a la justicia a los funcionarios que han sido vinculados con actos pecaminosos.
En las comunidades, lo que más impacto crea en los electores son las pequeñas obras, que es a lo que menos atención se le presta. Hay provincias que tienen años reclamando obritas que constituyen peligro público, como la caída de puentes, derrumbes, el drama de los caminos vecinales, el deterioro de las carreteras y la paralización de proyectos que ya tienen más de 20 años de iniciados, como son los casos del elevado de Moca y la carretera de Pedernales.
Ya se sabe que la oposición desarrollará acciones conjuntas con los movimientos sociales, como lo ha venido haciendo en épocas anteriores. Lo acaba de reconocer un fogoso ex presidente del partido blanco. Y frente a esa realidad, el PLD y el gobierno deben anticiparse y responder con el trabajo, bajar a las comunidades, dejar la tecnocracia y las oficinas y entrar en contacto directo con la gente. Pero además, evitar los abusos, las acusaciones gratuitas, los enfrentamientos innecesarios, los discursos tecnócratas, la petulancia, la soberbia, porque en contiendas pasadas hemos visto el daño que hace la arrogancia y la indiferencia desde el poder.
Bajar a la base desde el partido para ponerlo a funcionar, atender las necesidades de los liderazgos comunitarios, que se sintetizan en pequeñas obras, que con poca inversión se resuelven.
La reelección
El PLD tendrá que administrar bien el tema de la reelección, para evitar dividir el país en dos. Es un tema que se le puede ir de la mano al gobierno, y hay que entender que los pueblos reaccionan de la forma más inesperada, cuando se dejan a un lado las grandes y esperadas soluciones a los problemas nacionales, para priorizar las cuestiones particulares.
La gente quiere ver la luz del problema energético, afrontar el desafío de la producción, ahora que los productores de pollos y huevos amenazan, y sobre todo, entrar en contacto directo con todos los sectores. Y eso significa que hay que trabajar y comenzar a solucionar los problemas.
En muchas comunidades hay obras paralizadas y pequeños problemas que se resuelven con cheles, pero falta el espíritu sensible, la solidaridad hacia los que sufren. El PLD necesita con urgencia una gerencia política que se ocupe de poner a funcionar el partido, que termine los chismes y divisiones, y requiere de funcionarios eficaces, que se ocupen de trabajar con la gente en las comunidades, porque el país no solo existe en la capital.
Hoy todo luce favorable, pero el gobierno debe ser cuidadoso. Hasta en el tono o la forma de expresarse tiene que cuidarse, y jugar siempre a la carta de la democracia. Recordemos la experiencia del 2002, y lo que luego pasó en el 2003 y en el 2004. Entender que el verdadero triunfo es el que permite permanecer con esa victoria más allá del 2012.
Para eso el gobierno tiene que pensar en la deuda social acumulada, como se acaba de reflejar en el informe del Ministerio de Economía y del PNUD, y trabajar para crear empleos, mejorar los hospitales, las escuelas, las viviendas infrahumanas, devolver a la gente su apoyo con soluciones reales y concretas, para que los votantes se sientan protegidos y sobre todo que entiendan que su voto valió la pena.
Si todas las provincias votaron por el PLD y apoyaron al presidente Fernández, es justo que esas poblaciones vean la presencia del gobierno desde ya, no en navidad ni con planes pasajeros. Regularmente las poblaciones no reclaman grandes cosas, sino pequeñas obras que se ejecutan con pocos recursos.
Lo importante será entender que el gobierno tendrá de frente un amplio núcleo de la prensa, de la sociedad civil, de actores liberales de gran incidencia, y la fiereza de la oposición, que creará todos los caldos de cultivos. No descuidar ningún detalle y trabajar día a día será la clave. Poner a rendir los recursos, involucrar a la gente en las comunidades, revolucionar el gobierno, porque estos 25 meses serán definitorios, y el PLD tiene una gran oportunidad de proyectarse como un instrumento auténtico de renovación y redención social, pero para eso tendrá que adoptar medidas heroicas.
En el 2012 puede existir la percepción, como hoy, de que la economía va bien, como sucedió con Clinton y Al Gore en los Estados Unidos, y de que el gobierno garantiza estabilidad y confianza, pero hay otros factores que ahora son determinantes en los procesos electorales: trabajar el votante uno a uno en cada comunidad, que la gente sienta que se le toma en cuenta, atender las necesidades reclamadas en los pueblos y hacerle sentir a la población que el gobierno se preocupa por sus problemas, porque si no pueden venir sorpresas.
Por otra parte, el PLD tiene que pasar ahora por un proceso unitario, porque hay provincias donde la lucha interna se llevó a los extremos, a tal punto que se perdieron algunas posiciones claves por las acciones de algunos dirigentes y activistas, que prefirieron ver ganar a sus opositores, que el triunfo de su partido. Esta es una verdad que no se puede ocultar, y que deberá trabajarse desde ahora, porque más tarde puede ser traumático.
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